Una Historia De Los Años Veinte Para Los Noventa

Los flujos de capital que han entrado en América Latina durante los últimos años no son una característica exclusiva de la década del noventa. En efecto, a finales de los años sesenta y principios de los ochenta, la región también experimentó una coyuntura de entrada de capitales del exterior y su desenlace hizo recordar la experiencia vivida en los años treinta (véase entre otros, Diaz-Alejandro (1983). A pesar de las lecciones que se pueden sacar de la historia, ella se olvida y cuando la turbulencia de los mercados de capitales internacionales vuelve a azotar las economías de la región, el fenómeno parece único, nuevo e irrepetible. A diferencia de otros países de América Latina, en 1994 el déficit en la cuenta corriente de Colombia fue financiado, en casi 70% (US$ 1.928 millones), por inversión extranjera. De dicha inversión, los llamados fondos de inversión, que son los más volátiles, representaron el 22% (US$424 millones). La importancia de la inversión extranjera directa, sumada al hecho de que las exportaciones están creciendo a un ritmo superior al de la tasa de interés promedio de la deuda externa, condujo a que el indicador de solvencia deuda/ exportaciones permaneciera en los niveles de años anteriores (Varela y Beltrán (1995)). Esto vuelve a Colombia más inmune que otros países a las repercusiones que tendría un eventual deterioro de las condiciones existentes en los mercados de capitales internacionales. No obstante, es interesante recordar la historia y derivar las lecciones que permitan actuar con cautela en la actual coyuntura. Con este propósito, el presente trabajo está dividido en cuatro partes, la primera de las cuales es esta introducción. La segunda refresca la experiencia de la llamada "prosperidad a debe" y su desenlace a finales de esta historia con la vivida durante los últimos años. La cuarta sección presenta las conclusiones.