Interacciones multiculturales. Los estudiantes indígenas en la Universidad

Hace unas pocas décadas no era posible la portada de este libro. Los universitarios indígenas estaban fuera de cámara. O aparecían totalmente desenfocados por miradas externas. Ahora podemos captar al menos la parte de atrás de la cabeza. Si queremos profundizar, en lo que a la educación intercultural se refiere, podemos tener en cuenta lo que plantean numerosos pensadores indígenas de los Andes del sur: el futuro está atrás, a nuestra espalda, porque no lo vemos. El pasado, en cambio, está adelante, porque lo vemos, porque lo estamos mirando a cada instante. ¿O acaso es el pasado el que nos mira con sus ojos grandes y profundos? La fotografía de portada es, como este libro y proceso, un primer intento de nuestra parte para compartir los saberes del círculo con los conocimientos del cuadrado. Seguramente tendremos que dar la vuelta. Pero no para volvernos “los otros”; mucho menos para homogeneizarnos. Encontrarnos no es mirarnos de frente. Ante todo es encontrar horizontes en común. También es reconocer nuestras diferencias. Por lo menos comenzamos a entender que los estudiantes indígenas están en la ciudad para mirar hacia sí mismos y hacia sus comunidades. No están aquí para volverse como nosotros. Están en la universidad en un proceso transitorio para adquirir algunas herramientas que les sean útiles para ponerlas al servicio concertado de sus comunidades y sus mayores, los educadores tradicionales por excelencia. Uno de los posibles horizontes en común es el de la educación entre culturas. Los estudiantes de comunidades indígenas también están aquí para enseñarnos y cuestionarnos; para servir de puente entre sus comunidades, otras comunidades, y el mundo entero. Si nos “dan la espalda”, es porque deben darnos la espalda, en sus propios sentidos. Es decir, estar aquí, en el futuro de atrás, mientras procuran mantener su atención en el pasado de adelante.